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“Es un juego en donde yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde el uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando termine de contar, los buscare hasta que los encuentre”, explico
El Entusiasmo bailo de contento y
Pero no todos quisieron participar.
La soberbia pensó que era un juego muy tonto. En el fondo lo que le molestaba era que la idea no había salido de ella. Y
La hendija de un árbol era perfecto para
Una ráfaga de viento le parecía magnifica para
Por fin después de pensar primero en todos,
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio. Era ventilado, cómodo, pero solo para el.
Y
Cuando
Hasta que al fin vio un rosal y decidió esconderse entre sus flores.
“¡Un millón!”, dijo la locura. Y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue
A
En un descuido encontró
Al Egoísmo no tubo ni que buscarlo, pues el solito salio de su escondite que resulto ser un nido de avispas.
Encontrar a la duda fue mucho más fácil. La encontró sentada aun sin poder decidir a donde se iba a esconder
Así fue encontrando a todos
Y hasta encontró el Olvido, que se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.
Pero solo el Amor no aparecía por ningún lado.
Y cuando estaba por darse por vencida, vio el rosal.
Tomo un pequeño palo y comenzó a mover las ramas. De pronto escucho un doloroso grito.
Las espinas habían herido los ojos del Amor.
Desde entonces el Amor es ciego y
Por eso dicen que “amar es una locura, a menos de que se ame con locura”.
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